No hará falta que los peces boqueen
sus escamas al agua
y caigan como aves heridas
las espigas hasta el suelo.
No hará falta una orilla del poco aire
desde donde,
aún con ojos y con manos
y con la luz del recuerdo,
y con la luz del recuerdo,
se divise el abismo de la carne sola.
No hará falta saberse tan lejos,
no hará falta sufrirse tan tarde,
ya no hará falta nada:
ni un soplo de viento arcano.
Pintura de Sara Gálvez (2008)