Sólo en la soledad más sola
nos arrastra la mano de otro muerto.
Hay el eco de risas en unos labios hechos lápida,
y esos ojos sin niños en sus globos.
Y no hay nada más solo que dos muertos, nada.
Y no hay nada más triste que sentir
a la muerte dos veces, siendo uno sólo.
nos arrastra la mano de otro muerto.
Hay el eco de risas en unos labios hechos lápida,
y esos ojos sin niños en sus globos.
Y no hay nada más solo que dos muertos, nada.
Y no hay nada más triste que sentir
a la muerte dos veces, siendo uno sólo.
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