desconociendo la altura de la vida
y la fría extensión de sus sombras.
Una noche soñó su muerte,
recorrió este lado terreno, exiguo,
que forma un ángulo recto con otro lado mayor,
en el confín del aire. Observó desde el vértice
cómo arraiga el esqueje de un nuevo horizonte
que cuadra y suma los dos lados. Y en su raíz
halló el tiempo que no vemos -el techo del alma-,
la hipotenusa de un silencio sin alimento,
el lado que cierra un universo triangular
que despierta en la armonía de los números.
Obediente en la mañana
esa inmortalidad que siempre defendió,
volvió con el teorema en su mente,
y pudo dibujar el plano de una casa.
Y en un sueño de eternidad,
con tierra de la isla de Samos, aire y fuego de Crotona
y lágrimas del mar Egeo, forjó entre el azul y el averno
esa casa que luce un pentágono estrellado en su fachada,
donde el alma
ávida de una cárcel carnal que la encierre
entre sus transmigraciones duerme.
Donde el alma viene y va hasta que redimida
en una greca del tiempo desaparece.
Con este poema, no obstante:
ni la geometría muere, ni el escepticismo sueña.
recorrió este lado terreno, exiguo,
que forma un ángulo recto con otro lado mayor,
en el confín del aire. Observó desde el vértice
cómo arraiga el esqueje de un nuevo horizonte
que cuadra y suma los dos lados. Y en su raíz
halló el tiempo que no vemos -el techo del alma-,
la hipotenusa de un silencio sin alimento,
el lado que cierra un universo triangular
que despierta en la armonía de los números.
Obediente en la mañana
esa inmortalidad que siempre defendió,
volvió con el teorema en su mente,
y pudo dibujar el plano de una casa.
Y en un sueño de eternidad,
con tierra de la isla de Samos, aire y fuego de Crotona
y lágrimas del mar Egeo, forjó entre el azul y el averno
esa casa que luce un pentágono estrellado en su fachada,
donde el alma
ávida de una cárcel carnal que la encierre
entre sus transmigraciones duerme.
Donde el alma viene y va hasta que redimida
en una greca del tiempo desaparece.
Con este poema, no obstante:
ni la geometría muere, ni el escepticismo sueña.
Nunca pensé que alguien me descubriría una nueva aplicación del Teorema......la poesía!!!!!.Que barbaridad....me he sentido cateta al cuadrado leyendolo, hasta cuatro veces, para poder identificar las palabras matemáticas.
ResponderEliminarEs genial !!!!!,ya ni me acordaba de los polígonos estrellados.
Me alegro muchísimo: la única crítica...y no es mala!!!
EliminarGracias por los ánimos y un abrazo